Los cubanos de este tiempo nos hemos dejado manipular por los políticos de dentro y de fuera de Cuba. Han sembrado discordias, odio, división, enemistad, emigración, muerte, la separación de las familias, sed de venganza, toda una serie de medidas absurdas, falta de diálogo y de verdaderas soluciones a los problemas que impiden la prosperidad, el bienestar, la felicidad y la unidad de nuestra Patria.
En el último medio siglo hay dos posiciones aparentemente irreconciliables. En realidad ninguna de las dos partes desea ni hace esfuerzo alguno en pro de lograr algún acercamiento, de recorrer el largo camino de paso a paso que llevaría a volver a vernos como hermanos, sin exclusiones.
¿Por qué?
La cúpula que se apoderó del poder en estas cinco décadas y que pretende eternizarse a través de sus descendientes y seguidores, mantiene sometido al pueblo mediante múltiples engaños y desinformación, precisamente basados en la confrontación con los líderes del lamado exilio histórico, conformado por gran parte de quienes primero emigraron al otro lado del estrecho de la Florida y algunos de sus descendientes.
La falta de cambios esenciales en Cuba y el continuismo, se apoyan en el temor de que los males padecidos no son tan graves, comparados con los que les espera a la población si la actual dirigencia no continuase en el poder, como si entre tantos millones de cubanos no hubiese nadie capaz de llevar adelante con verdadero éxito al país.
La mayoría del pueblo cubano cree de veras que la “contrarrevolución” de Miami, respaldada por el Gobierno de USA, les quitará hasta las casas en que viven, las tierras que trabajan e incluso la vida por ser “comunistas”.
Del otro lado se le llama despectivamente comunista a casi todo el que vive o viene de Cuba, sobre todo si nació después de 1959; se insiste en mantener el absurdo bloqueo o embargo, mediante el cual se han justificado todos los fracasos de la dictadura castrista; se toma y mantiene cuanta medida se cree perjudicial para el tirano, a pesar de que el verdadero perjudicado es el pueblo cubano, que padece todo tipo de carencias y miseria económica.
¿Hasta cuándo nos vamos a dejar manipular por las cúpulas de poder de uno y otro lado del estrecho de la Florida?
¿Hasta cuándo usted que está leyendo esto va a seguir repitiendo los argumentos de uno y otro bando, para contribuir usted también a que en este conflicto no se den pasos para que se acabe de solucionar?
Es hora de cambios. Pero no sólo en La Habana, sino también en Miami.
Tenemos que cambiar las medidas, eliminando todas estas que, por un lado no llevaron al país a un alto desarrollo como se le prometió al pueblo, sino a ser una de las naciones más pobres del planeta, y por el otro, no han logrado acabar con el régimen como supuestamente es el propósito del embargo y demás.
Tenemos que cambiar las tácticas y las estrategias. En lugar de seguir profundizando la división, procurar la unión. En vez de apoyar las formas minúsculas de oposición, propiciar las formas masivas de oposición al régimen. En vez de votar por quienes no quieren cambios en las relaciones entre USA y Cuba, votar por quienes nos aseguren restablecerán plenamente las relaciones, los viajes y echarán abajo el absurdo embargo.
Necesitamos nuevas ideas, nuevos enfoques, nuevas medidas, nuevas acciones, salir de este estancamiento en que vivimos los cubanos respecto al futuro de nuestra Patria.
El pueblo cubano no quiere ni el sistema actual (en el cual persiste el castrismo) ni el anterior (al cual alaba la cúpula anticastrista). Ni todo o casi todo lo de antes era malo y lo posterior bueno o mejor, ni todo o casi todo lo actual es malo y lo anterior bueno, como pretende hacer creer cada bando, según su conveniencia.
Se requiere de un nuevo proyecto de sociedad que garantice lo mejor para todos los cubanos y no como lo que desea cada una de estas minorías todavía líderes, a pesar de contar cada vez con menos seguidores.
En consecuencia, tenemos que cambiar de líderes. La mayoría de los cubanos nacimos después de 1959. Para estas nuevas generaciones, tanto la sociedad existente en Cuba como la anterior, son la vieja sociedad, plagadas ambas de males, que hay que cambiar para llegar a una nueva sociedad que de verdad sea buena para todos los cubanos, que coloque rápidamente al país en un alto nivel de desarrollo económico, donde se garanticen todos los derechos humanos y no sólo los que convienen a uno u otro bando, donde todos los cubanos podamos vivir en armonía como hermanos y no como enemigos, donde abunde la riqueza para todos.y se elimine por completo la pobreza, donde nadie se pueda volver a eternizar en el poder, ni nadie nos manipule con medidas supuestamente buenas, pero cuyos efectos son perjudicales para otros cubanos. Echemos abajo todo lo que nos divide, separa, oprime, confunde, enemista, subdesarrolla, engaña, manipula, enfrenta a unos contra otros, no nos ayuda, eterniza la pobreza, el sometimiento y no contribuye a que nuestra libertad y riqueza diaria y la de nuestros familiares y amigos aumente cada día.
Le invito a que sea usted uno más de quienes no seguimos a ninguno de esos viejos líderes, ni tampoco a los “nuevos”, pero con ideas y acciones viejas, que es casi lo mismo.
Tomemos conciencia de una vez que somos una nueva mayoría de ambos lados, no para perjudicar a los demás, sino para dar los pasos requeridos que nos lleven por fin a que todos los cubanos podamos ser beneficiados y no las élites.
No los rechacemos como personas, ni los condenemos por sus errores, sino démosles la oportunidad de dejar de ser líderes, por fin y convertirse en seguidores de los verdaderos nuevos líderes que necesita nuestra Patria.
¡CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS!